Torni Segarra

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* El efecto placebo, como es una mentira, no es seguro, ni es para todas las personas. Solamente con la ingestión de las medicinas, se puede ayudar a la curación -si es que eso se puede, es posible-. A no ser que, uno viva con personas que le consientan cuidarlo sin importarles el tiempo que haga falta.

La alteración de la conciencia, es posible porque uno se entrega sin hacerse preguntas. Porque, si nos hacemos preguntas, nos dividiremos de la realidad, de lo que es, de lo que está sucediendo. Pues, la realidad para vivirla, ha de ser sin opción. Cuando uno decide hablar con alguien, en el plano astral, no se puede preguntar si eso es posible o es un invento. Sólo se tiene que hablar. Y entonces, descubrirá lo que llega, lo que sucede.  

 

* Cuando nos establecemos como sujeto, ¿eso no es el ‘yo’? Lo que sucede es que la conciencia, con la percepción, son y operan, sin ningún sujeto, ego, ‘yo’. Otra cosa es, ¿de dónde viene la conciencia?  

 

* La concentración, es división, entre el que se concentra y el objeto de concentración. Luego está el persistir en ese estado, creando resistencia, lucha. Cuando me doy cuenta que estoy inatento, es cuando vuelvo a estar atento.  

 

* ¿Cada uno es único e irrepetible? Para decir eso, has de tener una base que contraste, compare. Algo que diga que somos diferentes. Aparentemente, físicamente parecemos únicos. Pero, en el ámbito psicológico, espiritual, en el humanístico, ¿todos no somos iguales?

Jiddu Krishnamurti, sólo era un ser humano corriente, vulgar, que estaba condicionado, programado, para hacer lo que hizo. Es decir, él hizo lo que hacemos todos. Aunque hay algunos, que tienen más información a la hora de vivir. Pero, sólo es información.

Es como lo mismo, que un analfabeto y un catedrático. Han tenido informaciones diferentes. Pero, los dos han de afrontar los mismos retos de la vida: comer, cuidar el cuerpo, buscar compañía, hacer algo para que los otros nos acepten. 

 

* ‘Cada uno está inmerso en su mundo egocéntrico’.

Pero estamos todos. Incluidos los gurús, maestros, Jiddu Krishnamurti, Buda, Jesucristo, etc. Porque todos son seres humanos, nacidos de otros seres humanos. Y no hay más cera, que la que arde. Si tú te conoces a ti realmente cómo eres. Entonces, conoces a todos, a toda la humanidad. O sea que Jiddu Krishnamurti, era como tú y como el resto de la humanidad. 

 

* En un mundo donde todos fuéramos iguales a Jiddu Krishnamurti, habría guerras, miserias, hambre, terremotos, sunamis, delincuentes, violadores, etc. La diferencia, sería la frecuencia. Es decir, uno para vivir ha de ser violento, matar animales para subsistir, matar a los animales que nos molestan para nuestra comodidad. Tiene que explotar a los que son menos afortunados. Habría también competitividad.

Nada más hace falta ver los líos que, tuvo Jiddu Krishnamurti en su vida. Lo acusaron de tener una hija, con la esposa de su amigo y colaborador, secretario, Rajagopal. A causa de ese pleito, y otro de apropiación indebida de dinero, además de irregularidades administrativas, negarse a presentar las justificaciones de los gastos, la relación entre ellos, que vivían juntos, con la niña, se rompió, sin hablarse nunca más. Él nunca admitía el error. Pues el error, era cosa de los otros. Cuando empezó para elegirlo como instructor, tuvo que competir con un niño norteamericano, que fue descartado. Que provocó las quejas de los favorables al norteamericano. De manera que la Sra. Bessant, teósofa que mandaba en ese ámbito -ya que eso del instructor era cosa de los teósofos-, que hacía de madre y tutora, decidió que Jiddu Krishnamurti, sería el nuevo instructor del mundo. 

 

* Lo malo, ¿no lo es en relación, a lo que decimos que es bueno? Es decir, los que llamamos malos, son los que nos hacen buenos -o mejor dicho menos malos-.  

 

* Es para que veas, que la compasión existía en el escrito. Pero, parece ser, que tú no te habías dado cuenta. 

 

* En el ámbito micro, tal vez no somos iguales. Pero, en el ámbito macro, todos somos iguales. Es como decir que un vaso de agua del océano, no es el océano.  

 

* Eso, según lo veo, parece idolatría. Lo que importa no son las palabras, cómo habla uno. Lo que importa son los hechos.  

 

* Si dices, que ‘saber que estoy escribiendo sobre un teclado’. ¿No es eso, la división entre tú y el teclado? Cuando el ‘yo’, no opera es cuando, sólo existe la nada, o el todo. No nos fijamos en el teclado ni en la hora que es. Porque, no hay nadie, sólo la percepción.  

 

* Eso lo has de descubrir tú. 

 

* La percepción de la velocidad, ¿no es subjetiva?  

 

* El sarcasmo, la ironía, etc., ¿es amor?  

 

* No compliquemos las cosas, pues el observador es lo observado. Atente a eso, y verás como todos somos iguales.  

 

* Por supuesto, en la atención no hay concentración. Por lo que, la concentración es una treta de la mente, del ‘yo’. Para sentirnos seguros, confortables, persiguiendo al placer.   

 

* Tú puedes decir a alguien que le amas, pero en realidad le odias. Por eso, las palabras son el pasado. Pues los hechos, están más allá de las palabras, del tiempo. Por eso, los hechos son tan desconcertantes. Ya que nacen de la nada, del vacío de la mente. Son ingobernables.