Torni Segarra

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1765. En parte tienes razón. Pero, ¿es lo mismo robar un euro, como robar millones de euros? Que no falte la lucidez, sino estamos perdidos.

 

 

1766. En eso que dices hay un obstáculo: los espectáculos macabros de la tortura y asesinato de los toros, como en algunos sitios las plazas están casi vacías, no sacan de las entradas el dinero necesario para pagar los gastos. ¿Quién paga el dinero para poder sufragar los gastos de la tortura y muerte violenta de los toros? Los gobiernos regionales, son los que los pagan; es decir, el dinero de todos los ciudadanos. Por lo que a mí respecta, no quiero que la parte que me toca se invierta en torturar y asesinar a un toro violentamente.

 

 

1767. Pero, ¿no te das cuenta que toda esa bestialidad es por placer? Lo otro, no; es una necesidad, para poder alimentarse; para preservar la salud de las madres, padres, no hacer sufrir a los hijos, etc.

 

 

1768. Pero no pierdas la perspectiva, una cosa es sacrificar animales porque es preciso alimentarnos; y otra es matar a un animal, un toro, torturándolo; como si el toro fuera algo que está fuera de la vida, como si fuera una piedra. Y no, el toro es de las cosas más sagradas que hay, porque tiene vida como nosotros. Y todo lo que tiene vida, no hay que estropearlo, romperlo, destruirlo por excitación placentera. ¿Qué te parece que, a tu gato, perro, o cualquier mascota que tengas, la torturaran tus vecinos porque les excita la violencia al maltratar y humillar, matar?

 

 

1769. Una persona que defiende a los animales, vela por ellos, se opone a que los torturen por placer, que los maltraten y asesinen violentamente, con chulería; esa persona, que defiende a los animales, está ayudando a toda la vida, a toda la humanidad, incluyendo a los migrantes sirios, afganos, iraquíes, pakistaníes, cualquier ser humano que necesita que le ayuden.

Creo que serás capaz de verlo: otra cosa es que lo puedas vivir en tu vida cotidiana. Pero, no lo embarulles todo, porque en este asunto no tienes salida: o eres cruel, sádico, con los animales, o no lo eres porque los respetas, no los torturas ni los matas en una agonía perturbadora por su crueldad.

Si no eres capaz de llorar, sentir un desgarro interno, ante esa brutalidad de torturar y matar violentamente a los toros, ese que no eres un hombre completo; estás por debajo de los estándares de la civilización, de la compasión, del amor. Es decir, eso es cosa de fachas, aprovecharse de la inferioridad de los animales, más débiles y vulnerables que los hombres, para sentir el placer de la superioridad, la vanidad de los subdesarrollados, patéticos, ridículos.

 

 

1770. Jiddu Krishnamurti, encandilaba y encandila no por lo que había más allá de las palabras -ya que no se puede explicar-, que al final todos lo vemos y comprendemos, sino cómo lo decía, las palabras que usaba, su aureola mezcla de hindú y occidental; sus maneras, su historia tan rocambolesca, extravagante y supersticiosa, esotérica, que tuvo que pasar; de la que luego sino abominó de ella, no le daba ninguna importancia, ya que nunca hablaba de ello. De sus contradicciones: tenía un Mercedes que lo conducía a velocidad alta por las autopistas de California. También en un combate televisado de boxeo, empezó a gritar, para animar al que querían que ganase, como lo hacían todos los presentes: ‘Pégale, pégale, fuerte’. Por eso, uno tiene que ser su el discípulo y el maestro, el gurú, a la vez.

 

 

1771. Alejandro. Nosotros no sabemos por qué estamos aquí en la tierra; y somos herederos de la evolución física desde la bacteria hasta lo que somos. Pero con esa evolución física, también lo ha sido mentalmente, psicológicamente; de manera que nos hemos hecho conscientes de nuestro cuerpo, conscientes del tiempo cronológico, y el psicológico; de manera que somos conscientes -al verlo, inventarlo- del pasado, del presente, del futuro. Y con ello, llegó el bien y el mal: yo quiero cuidarme, estar seguro, para no sufrir, por lo que me he de defender de los otros que también quieren lo mismo.

De manera que, si no obtengo lo que necesito para sobrevivir, al tener miedo, al estresarme, me llega el pánico, que me obliga a agredir para obligar a los otros para que me den lo que necesito para sobrevivir. En los animales que comíamos y comemos, no hay problemas porque ellos son inferiores y nosotros los manejamos fácilmente. Pero en las personas, que todos somos iguales, el problema está cuando uno que es muy miedoso, egoísta, quiere obligar a los otros para que le den lo que necesita para sobrevivir: abundante comida, seguridad, toda clase de objetos que nos facilitan la vida, el sexo, mano de obra gratis a cambio de alimento, o explotación con bajos sueldos.

Y en toda esta manera de vivir, desde que fuimos conscientes de nuestro cuerpo, que nos producía sufrimiento, para huir de él, es cuando nos hicimos violentos con los demás; creyendo que así nos libraríamos de nuestro dolor, tanto físico, como psicológico.

Pero no nos damos cuenta que, en la misma huida del dolor, está ese mismo dolor; es decir, el dolor es división, conflicto, por lo que todo lo que los genere va a seguir siendo dolor. Pero, si no huyo, no lo reprimo, no quiero cambiarlo, entonces al no haber división entre el dolor y yo, todo adquiere otra dimensión, en la que el dolor y yo somos lo mismo. Por lo que, la acción liberadora es la acción directa, factual, total; tanto si hay o no cese del dolor.

 

Aunque todo esto, solamente tiene valor y significado, cuando lo vivimos de primera mano.