Torni Segarra

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77. Para Yigal Kutnowsky. Profesor de Mística y rabino del Centro de Cábala de Jerusalén. Ayer leí tu entrevista en el diario…Gracias. 

Sólo discrepo de ti sobre la muerte, que es el fin para el que muere. Sé que la mente tiene la capacidad de inventar algo que le consuele ante la muerte y su fin. Pero ninguno de esos inventos, alucinaciones, delirios, son hechos. Y, como tú sabes, sólo los hechos y su comprensión tal y como son, son los que nos traen el orden. Cuando inventamos no hechos, es cuando llega el racismo, los genocidios, las matanzas, con su desorden y caos.

 

 

78. Una de las cosas más dañinas y peligrosas es juzgar a los demás. Porque el juicio siempre es de algo muerto, que sucedió en el pasado. Además, ese juicio es un impedimento para la regeneración; ya que, el juicio lleva consigo, en la condena, el estigma por lo que se ha hecho.

Por eso nosotros sólo podemos juzgar al pasado, lo que es algo tan superficial e infantil pues el pasado está muerto. Es el consuelo que nos queda por no poder juzgar en el ahora, en el presente, en el mismo momento que suceden los daños, los actos negativos.

 

 

79. El hombre que ama, el ser amado, es ser esclavizado. Pero no podemos huir de ese amor que nos esclaviza; hay que pasar por él, ver eso qué es de primera mano, no lo que nos dicen los psicólogos, los psiquiatras, los maestros y gurús, los únicos salvadores. Porque lo que se dice no es lo verdadero. Ya que la verdad está más allá de las palabras, los conceptos, las enseñanzas, las ideas y teorías igualitarias, los tratados de psicología.

Uno tiene que mirar cara a cara a la realidad, lo que está sucediendo nos guste o no, para que el orden pueda ser.

 

 

80. Lo que importa es que lo que hacemos, lo hagamos totalmente, sin generar división, ni conflicto.

 

 

81. Quien siembra la discordia, el desorden y la confusión, puede pasar, ver, tropezar con una maravilla de la vida y no darse cuenta ni participar de ella.

 

 

82. ¿Estamos seguros con la gente que decimos que nos quiere? Las personas que decimos que nos quieren, ¿quiénes son?

Porque decir eso es un error, pues esas personas que nos quieren, nos quieren por lo que hacemos que está dentro de lo soportable para ellos. Pero en el momento en que cambiáramos nuestra actitudes y respuestas a la vida, dejarían de querernos.

 

 

83. Entonces, los que mandan no son los políticos que han sido votados por los electores, sino que los que mandan es una junta asamblearia que nadie conoce quiénes son.

¿Esto qué democracia es? En democracia, uno vota al político que conoce, que votará directamente en nuestro nombre en una alcaldía, municipio, un gobierno, una asamblea o parlamento.

 

 

84. Todo es cuestión de condicionamiento, que a la larga se convierte en una tradición, ficción, sagrada o secular. Que la mayoría acepta, festeja, como algo de lo más natural y cotidiano.

 

 

85. Si el ayudar haciendo servicios sociales se convierte en una dedicación rutinaria, a la que nos hemos hecho adictos, que necesitamos por una satisfacción de nuestra vanidad, todo eso estará dentro del círculo que se retroalimenta de creación de desorden y el intento de poner orden.

Por eso, el orden empieza por uno mismo. Y va desde dentro hacia fuera.

 

 

86. Pero una persona así, no de novela, no de lo que dicen los libros religiosos -que se comprometa a fondo, que se olvide de sí mismo, que ame con algo más que palabras, que entregue su vida, de verdad y hasta el fin- ¿puede existir?

Para saberlo, solamente has de ponerte a prueba en tu vida cotidiana, la de cada día. Es muy fácil trasladar la responsabilidad a los otros. Por eso, es que somos personas de segunda mano; nos gusta que nos digan lo que tenemos que hacer.

 

 

87. Pero todos los mundos están bajo la misma ley universal.

 

 

88. La nostalgia es el pasado que quiere volver, imponerse al presente. Si viviéramos cada cosa que hacemos con toda nuestra energía, nuestra vida, nuestros nervios, entonces no quedaría nada por vivir. Y de la nada, nada puede salir.

De manera que la nostalgia surge porque en una experiencia, una relación con una persona no se ha consumado del todo. Acabar con algo, es tan radical y definitivo como la muerte.

 

 

89. ¿Cómo vamos a educar e instruir a los niños para que no sean corruptos, si los estamos educando en las mentiras, en historias alucinantes propias de los que toman toda clase de drogas?  ¿Por qué es que consentimos la vieja tradición que se sustenta en la mentira? La mentira es la mentira, faltarle el respeto al otro, a los otros, a los demás que reciben esa mentira. Y, por buenos que creamos que nos hace, la mentira, lo que hacemos, lo contamina todo; es generadora de miedo, de intriga, propia de pícaros, pillos y descarados. Ya que siempre mentimos por un beneficio propio, egoísta. Y con esto, ya está todo dicho; pues el egoísmo es lo que determina la frontera entre el desorden y el orden, la confusión y la armonía.