2714. La base donde se asienta esa bárbara costumbre cruel: la injusticia de la lucha del inferior animal con un hombre, organizada y planificada por los hombres; donde tiene las de perder el inocente animal. Lo justo, lo equilibrado, lo honesto, es la lucha de un hombre con otro hombre.
Aunque el bien tiene muchos enemigos que no lo quieren, ya que viven a gusto en el mal, no podrán nunca con él. Pues el bien es como el rocío, la lluvia, el sol, la hierba, la nieve, los árboles, los animales, la vida. El bien es el que cuida, respeta, ama todo lo que existe; por lo que se abstiene del mal, de hacer daño a la vida, a las personas, a los animales, a la naturaleza.
2715. Había una pareja de tórtolas, que vivían en el cercano parque, que algunas veces venían a los edificios donde se posaban en las barandillas de los ventanales. Hoy han vuelto una detrás de otra; primero la hembra y luego el macho. La hembra adoptaba la actitud y postura para que el macho la cubriera. Pero el macho era indiferente, se distraía por lo que veía alrededor y se desplazaba de un lugar a otro. Al final, las tórtolas después de lanzarse desde lo alto, -una, el macho- al vacío por el medio de la calle, la otra la siguió, despareciendo con su vuelo lento e inseguro, que les provocaba la vida de la ciudad.
2716. Si el miedo existe el amor no puede ser.
2717. Tus palabras: ‘Vi mi cuerpo desde arriba, sentí que el universo entero era una unidad, yo incluido, sin tiempo, fui consciente de toda mi vida desde mi nacimiento, y sentí que yo era responsable único de lo que hiciera con mi vida’.
¿Podemos tener amor si no somos vulnerables? Vulnerables quiere decir que no somos todopoderosos, que no somos omniscientes -que todo lo sabemos-. De manera, que decir que uno es el único responsable de lo que hace, parece una tontería. Pues, parece ser que no pedimos nacer, sino que estamos aquí sin nuestro permiso, aceptación, aprobación. También está el condicionamiento cultural, familiar, de la sociedad, que nos obliga a vivir de una determinada manera, que parece que es absurda; por lo que estamos obligados a vivir con las maneras y costumbres del lugar donde nacemos, en el momento histórico que vivimos.
Así que, nosotros somos muy poca cosa, no sabemos nada -no podemos explicar ni comprender el infinito, la infinitud del universo, ni del tiempo, la eternidad-. Por supuesto, que tenemos algo que hacer al respecto de lo negativo para que la vida no sea todo miseria, horror, la fealdad, la amargura. Pero, ¿podemos dominarlo y comprenderlo todo, creyendo que somos los únicos capaces de cambiarlo, es decir, que es solamente nuestra responsabilidad de lo que nos ocurre en nuestras vidas, existencias?
2718. Parece inteligente, pero si no pasamos por eso que decimos sólo se queda en palabras. Aunque hay una inteligencia que ve el desorden allá donde está y lo descarta radicalmente al instante.
2719. ¿Por qué nos avergonzamos de lo natural, de lo que es preciso, saludable, un acto de libertad?
2720. El problema es que todos somos lo mismo, hacemos lo mismo para sobrevivir. Por lo que tiene que haber un acuerdo -eso que se dice empatía- o vamos a la guerra.
2721. La felicidad es la máxima perfección que podemos vivir. Fuera de eso no hay nada, sólo el absurdo, drama y miseria, neurosis.
2722. El mismo exceso nos dirá, nos obligará a dejarlo -si es que antes no nos destruye-.
2723. El problema son las guerras, con sus bombardeos, batallas, enfrentamientos que matan y destruyen todo, con su horror y dolor. Pero el verdadero problema, es que somos nosotros, cada uno de nosotros, los que generamos esas guerras con nuestra manera de vivir. Pues no somos honestos, compasivos, somos corruptos; ya que nos gusta solamente ganar, para imponer nuestra manera de vivir.
Un ejemplo lo vemos en los deportes, en las Olimpiadas: ¡Cuánta crueldad para poder participar, ganar; cuánto derroche y despilfarro para distraernos! Pues sigue el hambre, la pobreza, la miseria, por doquier. De manera, que esa injusticia, esa insensibilidad, es la que nos hace indiferentes al hambre, a la explotación, a la crueldad, que, por la fuerza de los hechos, ha de generar división, conflicto, guerra.
De manera que, sin un cambio radical de nuestra manera de vivir, indiferente, siempre detrás de las distracciones, del placer, las guerras sean cercanas o lejanas también serán de nosotros, ya que seremos también sus responsables.