1. Cada reto se responde con lo que uno es. Todo lo demás es la suerte, el destino de cada uno que está operando.
2. ¿Por qué no aceptamos la libre expresión, la libertad para todo? Cada cual ve la vida de manera que otro no lo puede aceptar.
Pero eso es en doble dirección, igual pasa con el censor que no quiere la libertad: lo que él dice a los otros tampoco les gusta. ¿Qué queda entonces? El respeto que es libertad.
3. El ridículo, que es lo irracional, los que están poseídos por una obsesión, no les hace efecto.
Pero eso, es tan peligroso como llevar una bomba encima que en cualquier momento puede explotar.
4. Nico. Pero no respondes al problema que se había planteado antes ante la pobreza, sobre las necesidades que tienen las personas con urgencia.
5. Una cosa es ver una situación que debería cambiarse. Y otra poder hacerlo. Porque para ver algo completamente, en su totalidad, hay que tener un contacto directo con ello. Y eso no es posible cuando tenemos algún problema pendiente, cuando la energía no fluye en su totalidad.
Si uno ve que tomar alcohol, fumar, comer demasiado, es un veneno que nos está destruyendo, matando, ¿por qué no lo descartamos radicalmente, lo apartamos todo de nuestra vida?
Ahí estamos todos empantanados, porque nuestra vida es corrupta –decimos una cosa pero hacemos otra-. De manera que vivimos en conflicto. Y hasta que ese conflicto sea resuelto, la energía no llegará para poder responder a los retos adecuadamente.
6. La única manera de que la mente genere lo positivo, lo bueno, es mediante la acción que realizamos cotidianamente. Ya que sin una buena relación con las personas con quien convivimos, las cercanas y las lejanas que viven en la otra parte del mundo, la mente no podrá estar serena, quieta, en silencio y contemplación. Ya que estará temerosa, con miedo, intranquila, siempre esperando lo negativo que ella misma está generando.
7. ‘Estoy cansado de prácticas espirituales, que tienen todo mi tiempo y energía y no traer nada. Quiero la realidad aquí y ahora’.
Es muy sencillo conseguir lo que queremos, si es que lo necesitamos de verdad: descartar lo que no queremos. Pero eso ya es más difícil, porque para que venga lo nuevo tengo que descartar lo viejo y repetitivo. Y eso quiere decir apartarme de la mundanalidad, de la superficialidad, de la banalidad, es decir de todo a lo que hasta ahora me ha dado vida y energía.
Por eso, uno tiene que estar con el dolor, sin huir de él, sin querer cambiarlo ni tocarlo, para que él nos cuente su secreto, nos de la inteligencia, que es energía para ir más allá de todo lo negativo.
8. ‘En el borde de cada final es un nuevo comienzo’.
Y si no lo nombráramos no habría ni final ni comienzo, ni principio ni fin. Es porque somos superficiales por lo que siempre estamos hablando de lo que ya se sabe lo que es. Vivimos dentro de un círculo cerrado dando vueltas sin parar. Y por eso el mundo está tan mal, confuso, en desorden, matándonos, destrozándonos uno a otros por nimiedades, simplemente por querer tener razón, salir con la nuestra.
Hay una manera de vivir basada en la reclamación, creyendo que todos nos agravian, dando la culpa de todo a los demás. Pero nosotros estamos dentro de ese ámbito de la culpa, porque no entendemos, la inteligencia no opera, porque está presa en el desorden, que es su condicionamiento que nos divide de la realidad, ya que no nos gusta y queremos una nueva realidad que sí que me gusta y satisface. Pero todo eso desata y genera el conflicto, las luchas, los enfrentamientos, que es la guerra en miniatura, en su pequeñez, que va creciendo y puede estallar en su máxima expresión con violencia, la crueldad, la destrucción, las matanzas.
9. ¿Queremos que llegue algo nuevo de verdad, no solamente unas fiestas con su repetición y vulgaridad? Bueno, entonces solamente hay que hacer lo necesario para que llegue lo nuevo, ¿qué haremos, cómo va a llegar lo nuevo si no lo conocemos? Es verdad que lo nuevo no lo podemos conocer -porque si no sería lo viejo-, por lo que nada más queda morir, acabar con lo viejo y repetitivo que es el pasado.
10. La dinámica de la vedad incluye la destrucción. Por lo que oponerse a ella, cuando tiene que llegar, es luchar, entrar en contradicción y conflicto con la verdad. Es como si no quisiéramos que el día y su espléndida y maravillosa luz nunca acabaran, terminara, llegara a su fin.
De manera que cuando somos conscientes de todo lo que es la realidad, sólo queda que contemplar, ver lo que está sucediendo, aceptándolo con toda naturalidad. Y ahí está lo sagrado, la religión, la contemplación, la libertad. Pues uno ya no tiene ninguna responsabilidad.