Torni Segarra

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814. Todo lo que decimos asertivamente es abrir la puerta al ‘yo’. Pero si vamos de lo desconocido a lo desconocido el ‘yo’ no puede operar.
 
815. La guerra y la paz son las dos caras de la misma moneda. Pues hemos de sobrevivir. Y para ello hemos de comer. Y ningún ser vivo quiere que se lo coman. Por lo que, al que se lo van a comer, como no quiere desencadena un conflicto con el que tiene hambre, la necesidad de comer. Y de ese conflicto entre la víctima y el verdugo, al no haber acuerdo –la aceptación-, se desencadena la guerra.
En lo psicológico sucede lo mismo: todos tenemos nuestras necesidades psicológicas, espirituales, filosóficas, políticas, o de cualquier otra índole, que necesitan ser alimentadas -imponerse, implementarlas, hacerlas valer-. Por lo que unos han de perder. Y al no querer perder, ceder, renunciar, llega el conflicto, la guerra.
 
816. Nosotros somos el infierno y los demonios de los otros. Pero los otros son el infierno y los demonios de nosotros. Por eso, es que la vida es conflicto, violencia, guerra. ¿Podemos eludir este paradigma de conflicto y violencia, salir de él? Eso cada cual lo tiene que descubrir, para que eso que descubramos sea verdadero, no un condicionamiento de los demás.
 
817. El problema del deseo, es el deseo de que no haya deseo. Pues mientras haya deseo seguimos con ese juego psicológico que nos encierra en un círculo absurdo.
 
818. ¿No crees, Ana, que en vez de temor al castigo, es más adecuado comprender todo el mecanismo de cómo funciona el pensamiento? Pues el castigo es una manera de violencia. Y por eso, al hacer daño, va a haber la respuesta. Pero en la comprensión de un problema está ahí la inteligencia operando, que es la cordura, el intentar hacer el menor daño a los demás.
 
819. Brenda. El alma necesita un cuerpo. Y ese cuerpo, que es el vehículo, se tiene que salvaguardar. Y ese es el principal problema, lo básico, para poder sobrevivir.
¿Cómo sabes que nada se muere, ni tan siquiera los muertos? ¿Sin la muerte, sin un morir, puede haber vida -ya sea física o psicológica-? Eso es absurdo pues si no muriesen los árboles viejos decrépitos para que haya espacio, los nuevos árboles jóvenes no podrían crecer. Y el bosque se colapsaría por la decrepitud y la falta de espacio.
Psicológicamente sucede lo mismo: si tú no mueres a lo viejo y conocido, repetitivo, a lo que acaba de suceder –que es el pasado-, lo nuevo, lo que está más allá de la ansiedad y sus deseos, la verdad, el amor, no puede ser.
 
820. ¿Hablar del infinito no parece eso una tontería? Pues para hablar de algo, primero hay que conocerlo, saber lo que es. ¿Tú, Zulma, has visto la vastedad del infinito? No lo podemos ver en su totalidad, pues el infinito para serlo, no ha de tener ni principio ni fin.
 
821. Nur Rachmawati. Lo siento. No puedo ayudarte dándote dinero. Tengo sólo el justo para lo necesario.
 
822. Creo que estamos hablando de dos cosas a la vez: una es que la vida para vivirla hay que hacer alguna maldad a los otros; y la otra es la corrupción política.
No hacer ningún daño a los demás parece ser que no es posible, pues tenemos que comer y para ello hay que ganar dinero, ser competitivo. ¿Cuándo hacemos un examen para ocupar un buen empleo, no nos hacemos daño todos los que competimos por él? Al igual que en un partido de fútbol, ¿se puede ganar sin hacer ningún daño, con la pillería, el engaño, la brutalidad, la crueldad, la presión de los periodistas?
En cuanto a los políticos también todos quieren ganar el poder, si no la política no tendría sentido, ya que no se podría aplicar el programa, las ideas y las teorías. Por lo que ese deseo de conseguir el poder ya lleva en sí la corrupción de la difamación, la mentira, el ataque al contrario. Además para ganar el poder se necesitan muchos millones para pagar los costes de las sedes, de viajes, publicidad, etc. ¿De dónde van a salir esos millones? De los votantes no. De los políticos tampoco. Y ya estamos entrando en la dinámica del dinero que no se ve, pero corre a ríos de un lado a otro -la banca, los grandes adinerados, las grandes empresas-.
Por lo que decir que uno no es corrupto –el mismo acto de sacrificar a un animal para alimentarnos ya es hacer algún daño, ser corrupto-, eso es una ilusión, algo que nos gustaría que fuera. No es la realidad.
Lo que es, la realidad, es que todos hemos de hacer algún daño para poder sobrevivir, es decir hemos de ser corruptos. Verlo, comprenderlo en su totalidad, es lo que hace que seamos lo menos dañinos, es decir lo menos corruptos posible.
 
823. Lo bueno y lo malo que tiene el infinito es que tanto se puede amar como no amar infinitamente.
 
824. Teodoro. Si lo que uno dice, tú lo encuentras verdadero, ¿qué importa quién es el que te lo ha dicho o no? Todo lo que existe, las grandes verdades y las mentiras, lo que pocos pueden ver, siempre han estado y están ahí para poderlo ver todos. Otra cosa es que podamos verlo o no.
Por tanto, hemos de atenernos a los hechos de lo que es la vida. Para la mayoría la vida superficialidad, con su ruido, su lucha y conflicto que no tiene fin. Para algunos la vida es todo eso también pero yendo más allá de esa banalidad, ignorancia. La vida en un momento dado  es opción: o uno descarta lo negativo, la superficialidad, o no.
Si lo vemos claramente, como un hecho que es –como cuando vemos que no podemos cruzar una calle porque pasan los coches veloces y existe el peligro de que nos atropellen-, entonces es cuando la opción desaparece. Llegando el orden, que es amor.