Torni Segarra

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41. Lo que vemos, cómo lo vemos, valoramos, está relacionado con  nuestro condicionamiento. Si uno sube a una montaña y ve el valle allá abajo, tan delicado y quieto, ve todo la belleza que hay allí, es porque puede verlo,  apreciarlo, ser sensible a todo ello. Pero otro también puede subir a esa montaña, estar allí y no ver nada, porque sus problemas que la vida le depara no le deja ser sensible, ya que tiene la mente saturada, irritada, llena de fricción, de deseos de conseguir, conquistar, triunfar. Y eso es su condicionamiento. Igual que el otro, que también estaba  condicionado, que veía el valle, su belleza, etc.
La cuestión es que, de una manera o de otra, todos estamos condicionados. Pero uno tiene que elegir, optar, por uno de los dos condicionamientos, e  ir más allá de ellos.
 
42. Cuando uno lo ve todo perfecto, es cuando llega la igualdad, el fin del racismo, las divisiones religiosas, políticas, sexuales, las divisiones entre el prado y la alta montaña, la gran ciudad y la aldea, las divisiones entre el pobre y el rico, los feos y los guapos, el virtuoso y el endemoniado.
Y también la igualdad entre los que hacen bien o hacen mal, es decir, lo que hago bien o hago mal.
 
43. Cada cual atrae, o va, a lo que se asemeja a él en su vibración, sus actos, su manera de vivir, su escala de valores. Es verdad que la vida -la realidad, la verdad- no se puede dominar ni manejar, ni describir con palabras. Pero observando con atención y profundidad, se puede llegar a tener un gran conocimiento por dónde van los tiros, cuáles son sus maneras. Siempre siendo conscientes, sabiendo que lo nuevo es lo que nadie ha visto ni tocado. De manera que en cualquier momento puede llegar.
 
44. Seguir solamente al corazón, ¿no parece una temeridad? El corazón incluye las emociones, el sentimentalismo, las pasiones fanáticas por las que estamos dispuestos a matar y a que nos maten. La inteligencia, que llega cuando estamos más allá de todo lo que genera la mente, es la ausencia de deseos, turbulencias desordenadas generadoras de conflictos. Donde todo forma una unidad: el corazón, el pensamiento, el cuerpo, la mente.
 
45. Ayer leí tu entrevista en el diario La Vanguardia. Gracias,
Llama la atención que una persona como tú, que tiene un contacto directo con la psicología humana más macabra, violenta e inhumana, que nos hace conocernos como somos de verdad, no como nos gustaría vernos, que sea supersticioso y se identifique en libros religiosos, santos, que se identifique en una secta religiosa –todos los cristianos que se apartan del evangelio y quedan atrapados en la idolatría, el paganismo, ritos y liturgias, la superstición, son sectarios-.
¿Si nos conociéramos de verdad quiénes somos, creeríamos en los santos? Pues, como todos somos básicamente iguales en lo psicológico, si me conozco yo conozco también al resto de la humanidad. ¿Y qué es lo que somos, cómo vivimos? ¿Cómo son nuestras relaciones si vivimos divididos, enfrentados, queriendo siempre ganar, triunfar, derrotar, ser los mejores? Y todo ello es  lo que nos hace indiferentes, indolentes. Lo que demuestra que somos insensibles, es decir que no vemos la totalidad de la vida, sino como fragmentos enfrentados, que por la fuerza de los hechos, han de generar conflictos, violencia, guerra.
Y la religión –la no organizada- no quiere la guerra, quiere la paz. Y para que haya paz ha de haber justicia, y no agravios. Ha de haber respeto, compasión y amor. ¿Puede el amor hacer daño a alguien, ya sea a un animal, a las personas, a lo que existe?
Por eso te he dicho antes que los seres humanos no podemos ser santos, porque hemos de hacer algún daño los demás. Cuando tú juzgas a otro, a un delincuente o asesino, un ladrón, y le envías a la cárcel, etc., le estás haciendo daño. Pues su condicionamiento, su escala de valores, está constituido de manera para que vea que lo que hace es lícito para él. Como también nos pasa a nosotros, y por eso hacemos lo que hacemos –aunque a nosotros nos lo no reconocen favorablemente, legalmente-.
 
46. ‘Entonces la libertad implica deshacerse del pasado completamente, ¿y de lo que pertenece a él? Extraño a una persona mucho, la quiero mucho, ¿qué debo hacer si ella no le intereso?’.
Deshacerse del pasado psicológico quiere decir acabar con todo lo que ha sido, descartarlo, acabar con todo lo que hemos vivido, ya sea lo de hace muchos años, como lo de ayer, o lo que acaba de suceder hace  un instante, pues todo forma parte del pasado. Sé que eso es decir mucho. Pero si sufrimos el terrible dolor, que siempre es el pasado, no tendremos más remedio si queremos liberarnos de ese dolor que acabar con todo lo que lo provoca.
La vida como la conocemos, con sus problemas, es dolor. Y este dolor ineludible lo hemos de comprender para que no nos destroce. Cuando uno pierde la amistad de una persona, que le ayudaba a soportar la vida, mediante la comunicación, la colaboración ante los problemas domésticos o de otra índole, la compañía, el sexo, etc., todo eso ya es el pasado. Nosotros al no vivir con el presente, el ahora, no acabamos con eso que estamos viviendo. Si comemos porque tenemos hambre, hemos de comer hasta acabar con el hambre. De manera que cuando veamos la comida, nos la ofrezcan, diremos un no tan contundente y cortante que los otros lo entenderán al instante.
Hace muchos años cuando dejé de fumar, los primeros días y semanas, los que fumaban me pedían fuego, me invitaban o me pedían cigarrillos –aunque no los conocía de nada-. Pero con el tiempo, rara vez me pedían fuego, invitaban o me pedían cigarrillos. Y ahora nadie ni me invita ni me pide fuego ni nada sobre el tabaco. Es decir, hasta que no acabé completamente con el fumar tabaco, no salió de mi vida. Y como estaba en mí, de una manera o de otra, los demás lo percibían.
Por eso acabar con algo requiere una determinación tan cortante y contundente como la misma muerte. Y esa radicalidad sólo puede llegar cuando uno ve y sufre todo el dolor de la dependencia, su miseria, degradación, lo indigna que hace la vida, hasta reducirla al absurdo.