Torni Segarra

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255. El vacío acaba con todo. Por eso es la muerte del ego, del ‘yo’, de la mundanalidad.
 
256. Los iluminados lo son con respecto a otros que lo son menos. Es como el saber, nadie lo puede saber todo, pero sabe más que alguien que sabe menos.
 
257. La vacuidad, el vacío, la nada, todo es lo mismo: el fin del ego, del ‘yo’. Y sin el ‘yo’ no pueden ser los nacionalismos, las ideas y teorías políticas, religiosas, o de otra índole. Es decir  el fin del ‘yo’, es el fin de la división y el conflicto, la fricción, el fin de la ausencia de confort interno.
 
258. Todo el éxito de la devoción –Bhakti- está en estar libre de división interna. El fin de la división es el fin de todos los problemas de la humanidad. Y para lograr ese fin de la división interna, es por lo que se han creado todas las religiones, los místicos, los maestros, los gurús.
 
259. La venganza de ninguna de las maneras soluciona los problemas. Pues la venganza se toma tiempo y la planifica para ejecutarla, sentir el placer de ver sufrir a los demás que queremos que sufran, como pago de algo que sucedió en el pasado.
Por lo que la víctima se convierte en verdugo. Y es así como vivimos, seamos conscientes o no: diciendo que somos buenos, y los otros malos, pero el resultado es que todos somos malos. Todo depende de lo perturbador que sea el reto que nos llega, para demostrarnos que seguimos siendo fieras indiferentes al mal que causamos a los otros.
 
260. El conflicto está servido cuando dos personas se entrometen una con la otra. De manera que entran en un bucle del que no pueden salir. Las dos dicen que nadie se entrometa en sus vidas, pero ellas sí que se entrometen.  Las dos hablan de libertad, de lo adecuado que es, de su necesidad. Pero al instante, cuando la libertad la pone desnuda ante la realidad, se opone y quiere destruir, prohibir la libertad.
 
261. La moralidad es tener la capacidad, la sensibilidad, para ver todo el daño que hacemos a los demás y ver si podemos evitarlo.
La religión organizada, es una maquinaria para condicionar, programar a las personas de manera que parezcamos piadosas, encaminados hacia el bien. Pero como para ello se precisa de la autoridad, todo acaba con los de arriba y los de abajo, en una tiranía.
 
262. Lo ridículo de la religión es ir contra lo natural, convertirse en un tirano que va contra la vida y sus maneras. Por lo que la amargura está ahí para descargarla contra los demás. Pues uno en su amargura no quiere ver a las personas completas, enteras, felices.
 
263. Las personas como actuamos según los retos que nos llegan, nadie somos de fiar. La adecuación, las buenas maneras son adecuadas; pero fiarnos, eso es otra cosa.
 
264. Por mucho que queramos no podemos estar solos. Pues la mente al percibir todo lo que existe, lo que está al alrededor, y el cuerpo, siempre está ocupada.
La soledad es el aislamiento donde no se tiene relación con nada, sólo existe el miedo a esa soledad, que es el aislamiento. Por lo que cuando somos conscientes de ese aislamiento, es cuando dejamos de estar aislados.
 
265. El que tiene hambre de verdad no muerde la mano del que le da de comer. Eso sería un suicidio. Nos imaginamos siendo viejos decrépitos, de esos a los que se les tienen que dar de comer, ¿cómo íbamos a morder sus manos a los que nos alimentan?
 
266. ‘No debemos descansar hasta enjugar toda lágrima de los ojos de todos.’
Antes que nada habrá que enjugar nuestras propias lágrimas, ¿no? Porque no sabemos si eso puede ser cierto o no.
Las lágrimas son la consecuencia del dolor que todos padecemos.  ¿Podemos estar libres del dolor? Eso lo tendremos que descubrir cada cual. Pues solamente sabemos que algo es cierto o no, si pasamos por ello de primera mano.
 
267. Ayer leí tu escrito en el diario… Gracias.
Creo que lo que dices no es correcto. Pues cuando los terroristas hacen uso de la violencia y matan, si no lo negamos, lo rechazamos, lo justificamos, estamos entrando en la dinámica peligrosa del dar alas, de quitarle la gravedad y la importancia que tiene toda violencia y los asesinatos.
Te habrías atrevido a hacer un escrito como el que has publicado, cuando ETA ponía bombas,  mataba y justificarlo, diciendo sobre los terroristas: ‘Encender la mecha de la provocación gratuita -a todos los terroristas se les provoca porque se les combate por todas partes y maneras- es del todo irresponsable; defender la libertad de expresión no exime de la responsabilidad’.
Lo que sí es necesario es advertir a todas las partes que están enfrentadas, y luchan a muerte en cualquier lugar, es que no lancen más gasolina al fuego.
Ponerse a favor o en contra de unos o de otros, es hacerles el juego a ambos bandos. Pues, los dos bandos se alimentan de la división, del conflicto, de la contradicción, las disputas, el odio, la venganza.
Como toda lucha que se enquista se convierte en una guerra. Y la guerra tiene sus maneras -la violencia y las matanzas, la destrucción- que aunque dicen que están en contra, por la fuerza de los hechos, se han de suceder.
Es decir, la guerra termina cuando descartamos lo que la provoca y genera -la corrupción, la deshonestidad, la inmoralidad-. Si no es así, la guerra se termina por el agotamiento de uno o de los dos bandos.