* Comentarista: Te convendría escuchar esta conferencia de Salvador Freixedo.
TS: La he escuchado. Y también he leído al respecto hace cincuenta años.,
* Comentarista: Parece que la jerarquía mundial le ha declarado la guerra a la humanidad, cada día es más descarada la forma que tienen de querernos dominar.
TS: Eso que ves, eso que dices, lo decía mi abuelo. No le gustaba nada, todo le parecía feo, descarado. En el mayo del 1968, estábamos comiendo, y por televisión pusieron cuando los manifestantes echaban adoquines como ahora mismo, en París. Y mi abuelo me preguntó: ‘¿Esos qué quieren?’. Y no obtuvo la respuesta. Porque todo lo que le dijera, no serviría para nada. Porque él quería vivir, como vivía cuando era joven y había el orden que a él le gustaba.
* Comentarista: La filosofía está muy bien pero, cuando los países se convierten en latifundios y son gobernados por señores feudales, los cuales exprimen a los pueblos para beneficio de sus amos, no queda otra que la rebeldía.
TS: ¿Cuál es la respuesta prevista?
Comentarista: ¿No sabes que es la rebeldía?
TS: ¿Qué clase de rebeldía? ¿Desobediencia, paros en el trabajo, violencia?
* ¿El libre albedrio puede existir?
* Por lo tanto, no hay un «yo» que sea la descripción en la visión de este hecho. En la visión de cualquier hecho, no existe el «yo» ni la visión, no puede haber ambos. «Yo» es no-ver. El «yo» no puede ver, no puede ser consciente. – JK
¿Podemos eliminar, comprender el ‘yo’, para que no vuelva?
* «’Madre’ es Dios. Hay muchas formas de muerte en la vida, pero la forma de vida emerge sólo del ‘vientre de la madre’”.
Previa participación del padre. Ya que los animales, incluidos nosotros, sin la participación del padre, la vida no puede ser.
Incluso las madres de alquiler, necesitan el semen de un varón para generar otro ser humano.
* Siempre ganaran los más poderosos del momento. E impondrán lo que más les interesa.
«No límites a un niño a tu propio aprendizaje, porque nació en otro tiempo». — Rabindranath Tagore
TS: Cada persona que nace, tiene su propio destino. Que nadie lo puede alterar.