947. El problema no son las nuevas tecnologías, y la incidencia que tienen con los jóvenes, el problema es que los hombres somos adictivos. Entonces todo lo que tocamos y hacemos diariamente, de una forma cotidiana, nos genera adicción.
Por tanto, el problema no es la adicción. Sino como vivimos la adicción. Porque todo es causa de adicción: el pasear, el trabajo, el ir al gimnasio, las relaciones, donde vivimos, el dinero, las propiedades, el sexo, la comida, los hijos, la pareja, los parientes y amigos.
Así que la adicción es algo que es consustancial con la vida, como ser de una manera o de otra violento, pues el miedo, la inseguridad, es la que nos hace que nos aferremos a lo conocido.
¿Podemos vivir sin miedo, vivir inseguros, sin alterarnos, sin hacernos neuróticos?
948. Juzgar es imprudente. Pues lo que juzgamos es el pasado, que ya no se puede revivir. Por lo que pretender juzgar es como querer hablar con un muerto para que nos aclare algo.
949. La vida sin lo nuevo parece absurda, sin sentido. Pues en lo nuevo es donde está el amor.
950. ‘¿Cuál crees que sería la solución para frenar el terrorismo yihadista?’
La división, los conflictos, la injusticia, la falta de respeto, la corrupción y la inmoralidad, la brutalidad, la crueldad y la violencia, ¿no son lo que alimenta la raíz de la guerra, del terrorismo?
Cuando la violencia estalla ya ha habido todo un cúmulo de circunstancias que han abocado al estallido de esa violencia. No podemos hacer nada, salvo cambiar nuestro comportamiento provocador de esa violencia. Cambiar es comprender eso que nos molesta. No podemos deshacernos de eso que nos molesta, como si echáramos un papel al suelo.
Porque si no comprendemos los motivos de por qué nos sucede eso que no nos gusta, nos molesta, destruye, seguiremos generándolos, reproduciéndolos de una manera natural, fatal, sin darnos cuenta. Y ese darse cuenta pasa por conocernos quiénes somos, cómo vivimos, actuamos, cómo nos comportamos ante los retos que nos llegan.
Y para ello, como somos lo que somos internamente, hemos de ver la manera cómo opera el pensamiento, cuál es su manera de funcionar, y atenernos a ello, ya que eso que somos internamente es lo que conforma nuestra realidad. Que es nuestra vida, lo que nos sucede.
951. Todo tiene su sentido. Por eso cada cosa que existe está ahí por algo. Ahora bien, todo se puede usar adecuadamente o no -sea lo que sea-.
952. Todo lo que sucede en la vida puede tener varias interpretaciones. Pero nosotros nos agarramos a la que más nos conviene, es decir, según nuestro condicionamiento.
953. Dios nos creó vencedores y perdedores a la vez. Porque un vencedor sólo, sería un pecado de soberbia, de brutalidad, de crueldad.
954. La educación y la compasión, son vestidos precisos para la fiesta de la vida.
955. El cielo es un invento para consolarnos. La vida es real, no es un invento, por eso es dolor y felicidad, tristeza y alegría.
956. Todo lo referente a los demás es inseguro. Solamente hemos de ver cómo somos nosotros, para saber cómo son los demás. Es muy sencillo, fácil.
957. ‘Ser hombre es una lucha contra el deseo sexual’.
¿Por qué? Si vemos claro, si comprendemos, nuestra realidad y la de los demás -sus necesidades- ¿dónde está el problema?
958. Todo lo que digamos sobre el amor, siempre se escapará algo, alguna cosa. Pues es como pretender describir la nada, el vacío.
959. Todo se reduce a: ¿Por qué matamos a los animales, es para alimentarnos, sobrevivir, es por saciar el deseo asesino que tenemos, disfrutando de la vanidad, siendo crueles?
960. ¿Para hacer algo necesitamos excusas, justificaciones? Cuando tengo hambre, como. No pienso cómo lo explicaré a los demás.
961. ¿Solamente hasta el alba? ¿Y durante todo el resto del día? ¿Qué problemas tenemos por la noche, si ya no somos niños con su imaginación desbocada?
962. La fe no necesita entender lo que sucede. Aunque en un momento dado puede haber duda y opción; que puede convertirse en fe. Y a su vez en más duda y opción. Lo que quiere decir, que la fe tiene su momento, su valor; pero a su vez no sirve de nada.
963. ¡Qué atrevida es la ignorancia!