386. Desobediencia civil organizada, ¿no es lo mismo que eso a que queremos desobedecer? Pues todo orden es opresivo, y está condenado a desobedecerlo.
387. Lo que es delito o no lo determinan los que mandan. Y con eso, ya está todo dicho: pues nadie se tira piedras a su tejado.
388. El problema no es el apego. El problema es cómo vivimos ese apego que parece ineludible.
389. En el momento en que existe la tentación, lo diabólico ya está ahí. Porque no puede haber una rueda si no hay un algo donde se puede aplicar para hacerlo que se desplace.
¿Cómo se podrían haber inventado los pantalones si no hubiera piernas?
390. ¿Sin contraste, sin comparación, habría lo que decimos que es bueno o malo? Toda obra tiene que ser contrastada, por lo que ya está condenada a la vulgaridad de la superficialidad. Pues los que contrastan y comparan son los que llevan en sí la vulgaridad del cotejar para valorar.
Por eso el arte convencional tiene que halagar a los que comparan y contrastan, por lo que todo se convierte en un negocio de esnobs.
391. El bien es como el mal. Por eso ambos tienen multitud de seguidores. De manera que ellos no saben en realidad lo que es el mal ni lo que es el bien. Y por eso se aferran a su manera de vivir, su escala de valores. Llegando a hacer toda clase de barbaridades, pues la masa que los acompaña convalida sus acciones por medios dementes que sean.
392. Por eso el problema no es ser hombre -ni dejar de serlo- si no cómo lo somos, qué hacemos con ese rol de hombre.
393. Y por eso no hay ni el pensamiento inconsciente ni consciente. Sólo existe el pensamiento, esa corriente que activa la materia.
394. Las dos partes tienen razón. Ahora falta saber la capacidad que tienen de entendimiento, de inteligencia.
395. Sólo hay una certeza: el dolor y lo que nos genera.
396. Cuando más a los extremos llegamos es cuando estamos en disposición de experimentar el amor. Porque en los extremos el dolor es más descarnado y aterrador. De manera que la acción es sin opción, ya que a esa profundidad el ‘yo’ no puede operar.
397. Como estamos fuera del paraíso, ya que optamos por la mentira, sólo en la relación con los demás es como nos podemos conocer.
398. Si no tuviéramos nada, nada nos quitarían. A más vanidad del tener, más nos quitan, más ladrones provocamos. Por eso, lo necesario es la limpieza y el orden; la abundancia la suciedad, el desorden, cuando llamamos a los ladrones.
399. Todo lo que queremos conseguir fuera tiene que ser primero dentro de nosotros, en lo interno. Si no nada tiene sentido.
400. La limpieza y el orden interno, nos genera tranquilidad, en ese estado nada nos altera. Sí, eso queda claro, Carmen. Pero es un hecho que si tenemos muchas parejas, muchas cosas, esa tranquilidad desaparece.
No estoy negando ni afirmando, solamente expongo los hechos: a más acción, al tener que gestionar lo que tenemos –dinero, relaciones, objetos-, el orden interno –la ausencia de confusión, conflicto-, se vuelve como algo a conseguir.
¿Puede alguien que tiene ese orden interno vivir con la mundanalidad del derroche y la abundancia y sus actividades que eso conlleva?
¿La persona limpia –internamente-, no es una persona quieta?
401. La música tiene su lugar y su momento, puede tener su efecto balsámico, pero si quedamos atrapado por ella se convierte el remedio igual que la enfermedad.
402. Nosotros no queremos los problemas. Pero para que no haya problemas, hemos de saber si existen o no. Pues si existen, ellos van a seguir estando ahí. De manera que si lo comprendemos, al no haber fricción con los problemas, con la realidad, no necesitaremos la búsqueda del conforte, del placer.