Torni Segarra

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* Antes que nada. Has de saber con respecto de la reencarnación, después de la muerte de tú como persona. Que tanto se puede afirmar, como negar infinitamente.

Si tienes ganas de seguir según dices: ‘Me interesarían sus objeciones si estuviera dispuesto a preguntarme cómo llegué a mi convicción al respecto’. Adelante relata lo que quieras.

* Lo más importante es comprender la situación. Sino puedes ahora. Si puede ser, no tengas prisa.

Pues así, tendrás tiempo para ver todo el vasto, inmenso panorama de realidad de tú problema.

* Ah, la vida es una batalla. Con los pensamientos, con los que no están de acuerdo con nosotros.

Hay que ser afortunado, para que en nuestras batallas no haya ensañamiento con la crueldad, sangre ni muerte. Si es que ello puede ser, si entramos en el fragor de la guerra.

* No soy esotérico ni ocultista. Me atengo a la realidad de lo que es la vida, aquí y ahora.

Por cierto, esas frases tan enrevesadas, no parecen de Buda. Él según lo veo era más sencillo en lo que decía, sus explicaciones. Por ejemplo, la vida es dolor.

Otra, el desapego, es la solución al dolor.

* Para que llegue lo nuevo, lo que la mente no ha tocado, uno ha de descartar, morir, a todo lo viejo y conocido; que se repite una y otra vez.

* Aunque no es lo mismo. En oriente, en India, etc., estaban o está el harén. Donde el dueño, un rico y poderoso -antes raja, gobernante, rey, príncipe, sultán- tiene allí a las mujeres. Nadie puede entrar allí; salvo los eunucos castrados.

Al final de los años cuarenta del pasado siglo. Los gobernantes, los rajas, los príncipes, de India. Decidieron que los harenes eran inviables. Ya que su sistema feudal también lo era.

Por ello convirtieron sus palacios en hoteles, resorts, etc. De manera que, se deshicieron de los harenes. Y cuando se les comunicó a las concubinas que se podían marchar, hubo algunas que no quería irse. Pues, habían nacido, criadas, y vivido toda su vida allí.

* «Muy sencillo, tú y yo somos iguales en diferentes circunstancias».

Pero esas diferentes circunstancias. Eso es circunstancial. Son la altura, el color del pelo, el lugar donde nacimos, vivimos.

Psicológicamente somos iguales. Comprender esto, es la mayor expresión de compasión y amor por toda la humanidad.