Torni Segarra

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* «No seas feliz porque lograste destruir la vida de alguien con mentiras. Llegará el momento de llorar».

¿Por qué acusamos, amenazamos a los demás? ¿Es por envidia, celos, ira, odio, por sentirnos inferiores?

El problema somos nosotros, está en nosotros. Cada uno que haga lo que tenga que hacer. Y la vida operará poniendo su orden; que parece inescrutable para nosotros.

 

* La intuición no es segura. Nos aquieta, aunque sabemos que no tenemos nada.

Espero a alguien y empiezo a intuir por qué no viene. La mente se pone ansiosa, estresada, neurótica, porque sabe que no sabe nada. La mente necesita seguridad para hacer algo.

Pero como no hay seguridad. Hemos de comprender que la vida, vivir es inseguridad.

 

* “Si tú te consideras máquina, robot o micro chip, es tu propia valoración y no tengo absolutamente nada contra ello. Tampoco aspiro a que tu entiendas las cosas exactamente como yo las entiendo, pero si, en tanto que persona como todo lo demás, tengo mucho respeto y consideración por ti”.

Una máquina, una nevera, si no la cierras, la desconectas, no parará, aunque se queme.

Los hombres no hacemos eso también.

Mira los borrachos, los drogadictos, los que quieren más y más dinero, casas, coches, viajes, etc. ¿No se están quemando sus vidas? Ya que no se pueden desconectar, de esa energía que los está destruyendo.

 

* Si entendiéramos que el observador es lo observado -todos somos iguales-. Comprenderíamos a los fariseos, a los indios ‘pieles rojas’ de EEUU, a los palestinos, a los judíos, a todos lo que son acusados de malos.

Si nos conociéramos de verdad, veríamos que la maldad está dentro de nosotros; como la tenemos todos también.

Sólo un evento, un reto altamente perturbador, hace que el volcán de la violencia y la maldad explote, y provoque el odio, la guerra.

 

* La vida es así: destrucción, amor y construcción.

Es decir, ser violentos, hacer la guerra destruyéndolo todo: la vida, las ciudades, las carreteras, los hospitales, etc.

Y cuando llega el profundo dolor de la destrucción total, el amor lo vuelve a construir todo otra vez.

Ese paradigma, esa dinámica, es el destino -la manera de vivir- de toda la humanidad. ¿Se puede cambiar?